Por Marcela Stieben / Página 12
Mientras graba la nueva tira para Telefe, la comedia Mi amor, mi amor, Pablo Echarri señala que comenzó tarde su relación más fuerte con la política, pasados los cuarenta años, cuando conoció a Néstor Kirchner.
“Para hacer
la nota podemos encontramos en el barcito que está frente a Endemol”,
le dice Pablo Echarri a la cronista de Página/12, quien supo que el
encuentro implicaría ser, una vez más, testigo de la más maravillosa
expresión de cariño que se pueda tener por parte de la gente hacia el
actor. No todos los actores toman las manifestaciones de afecto con esa
paciencia y alegría. A muchos famosos, la popularidad les provoca tedio y
fastidio. Pero él sonríe, tanto a la salida del teatro, cuando una gran
marea de mujeres de todas las edades se apretuja y avanza para sacarse
fotos y pedirle autógrafos, como cuando está en un bar o yendo a ver una
película y lo abrazan, lo miman, le cuentan cuánto lo admiran y le
piden, “si no es molestia”, sacarse una fotito juntos con el celular.
“Pero claro que no es molestia, corazón”, aclara él. La escena se repite
una y otra vez. Y a veces es un marido el que se acerca y pide: “Mi
señora muere por vos, perdón: ¿no molesto si te saco una foto con
ella?”. Y Pablo responde: “Es un placer”. Toma un licuado de albahaca
con jengibre y se cierra su campera porque hay viento y siente frío.
Hace un sutil movimiento de rotación de cuello y aclara: “Estoy loco de
las cervicales, tengo que ir a ver hoy mismo a mi traumatólogo, el
doctor Furman”. Apoya en la mesa los libretos de distintos capítulos de
la nueva tira que hará para Telefe y que, como productor, está grabando
desde hace ya tiempo. Pablo Echarri es protesorero de la Sociedad
Argentina de Gestión de Actores Intérpretes (Sagai), la asociación civil
sin fines de lucro que gestiona y administra colectivamente los
derechos de propiedad intelectual de actores, bailarines y dobladores,
cuyo presidente es Pepe Soriano, y cuenta orgulloso que si la Sagai
existe fue gracias al decreto que firmó Néstor Kirchner.
–¿Qué título tiene la nueva tira que están grabando con producción suya para Telefe?
–El título es Mi amor, mi amor y les cuento que no será como El
Elegido, porque está pensada más en tono de comedia. Es una comedia
blanca con humor... y no va a tener el dramatismo que tenía El Elegido.
Estamos trabajando mucho para que quede todo bien.
–¿Quiénes serán los protagonistas?
–Juan Gil Navarro, Jazmín Stuart y Brenda Gandini. También están
Martín Seefeld, Federico D’Elía, Salo Pasik, José Luis Gioia, Cecilia
Rosetto, Graciela Stefani, Marita Ballesteros, Vera Spinetta, Mariano
Argento, Pasta Dioguardi y muchos otros.
–Representa una obra cada noche en la sala Pablo Picasso, y a
veces con doble función, va todos los días a Endemol para la grabación
de la nueva tira con producción suya, integra la comisión directiva de
Sagai y tiene dos hijos pequeños. ¿A veces respira?
–(Risas.) Sí, trato... Estoy contracturado y tengo que ir a ver
urgente a mi traumatólogo, pero estoy haciendo lo que me gusta. Estoy a
full, tal cual, pero es algo que elijo hacer y eso está bueno. Después
de El Elegido es la primera vez que hago algo en TV como productor.
–A juzgar por el título: Mi amor, mi amor, será una comedia romántica.
–Sí (risas), tendrá humor y también tendrá romanticismo. Yo creo que va a andar muy bien.
–Vayamos a la realidad nacional: ¿cuál es su opinión sobre Argentina?
–A la Argentina la veo acercarse cada vez más a ser un país más
parejo, más justo. En general estoy de acuerdo con las líneas de gestión
de este gobierno y con las formas de gestionar, también. Me parece que
lo que hay es una gran capacidad de gestión.
–Y en el concierto de las naciones de la región: ¿cómo ve al país?
–Lo veo protagonista, junto con Venezuela, Ecuador, Brasil,
Uruguay... Los veo realmente en una línea muy cercana, donde por primera
vez se puede vislumbrar la idea de un bloque, más allá de la soledad en
la que han actuado todos esos países que te he nombrado y el resto de
la región a lo largo de los años. De alguna manera siempre separados,
manejados por el poder económico que en algún momento venía de Europa y
en otro de Estados Unidos.
–Una Latinoamérica unida es un sueño largamente anhelado.
–Sí, yo veo a Latinoamérica por primera vez unida y con deseos de
seguir en esa línea. Creo que éste es el gran cambio que se está
vislumbrando. Por eso apoyo este ideal. Tenemos que pensar en nosotros
con un ideal de independencia y no de dependencia económica como lo
hemos hecho históricamente. En este momento Cristina Kirchner refleja
este deseo de libertad. Y básicamente lo que tengo es un deseo de
libertad, de vivir en un país que piense, impulse y gestione una idea
propia, la idea de región, pensando sobre todo en cuales son las
carencias de su pueblo. Y este gobierno lo ha hecho y lo hace... esta
línea política, el kirchnerismo, línea con la cual me identifico, lo ha
hecho y piensa en los sectores más postergados. Y todo lo que queda por
hacer en el país ya lo iremos haciendo entre todos.
–¿Usted apoyó al kirchnerismo desde el comienzo o fue un proceso?
–Pienso que fue un proceso. Yo no me vislumbraba como un hombre
activamente militante, no lo era desde el comienzo... Observaba desde
una forma más tibia y alejada los pasos y las decisiones que se tomaban,
estaba teñido por los años del neoliberalismo y el descreimiento de lo
que era el sector político. En la crisis del 2001 también había sido de
la idea del “Que se vayan todos” y después vi que eso no ayudaba. Me di
cuenta de que yo estaba equivocado. Empecé mi militancia tarde, muy
tarde. No milité en mi juventud como hay que militar, cuando uno es
joven. Yo ya era grande... Fue cuando me di cuenta de cómo son las
cosas.
–¿Cuál era la orientación política de sus padres?
–Vengo de una familia radical, mi viejo era radical y, por lo tanto,
antiperonista. Mi vieja estaba totalmente desligada de la política;
ella era una mujer siempre preocupada por sus hijos. Pero mi viejo era
un tipo muy formado, muy leído...
–¿Qué lo hizo cambiar de opinión con respecto a lo que usted pensaba de los políticos?
–Hace seis años nosotros formamos una comisión directiva con actores
representativos y fuimos a peticionar al gobierno de Néstor Kirchner.
Le planteamos las carencias que teníamos y la necesidad de defender el
derecho de intérprete de los actores. El nos dijo: “Es patético discutir
lo indiscutible, ustedes ya tienen este derecho”. Y me encontré con un
político que al momento de tomar nuestro reclamo, en vez de darle la
espalda a este sector como otros hicieron, lo resolvió. No tuvimos que
pelear nada porque él estuvo de acuerdo, nos encontramos con una
respuesta clara, concisa e inmediata por parte de Néstor Kirchner.
–¿Con quién fue a esa reunión?
–Con Pepe Soriano, Jorge Marrale, Martín Seefeld, Coco Sily, Julieta
Díaz, Cacho Santoro y un grupo de compañeros que desde el primer
momento empezaron a ponerse esta gestión al hombro. Con lo que nos
encontramos fue con una respuesta absolutamente desinteresada. Por eso
digo que soy peronista desde Néstor, en realidad no soy peronista, soy
kirchnerista, aunque debería asumirme un poco como peronista... ¿no?
Tiene que ver con apoyar ideales de izquierda, una izquierda moderada,
más bien cercana al centro, como es en este caso...
–Finalmente lograron el objetivo, Sagai es un hecho y funciona muy bien.
–Sí, y lo que nos alegró mucho es que nunca nos pidieron nada a
cambio. Eso fue definitivo en mi vida. Estar con un político que nos
otorgó un derecho tan postergado y sin pedirnos nada a cambio, merecía
que militara y cada uno milita desde donde puede. Viví en carne propia
lo que es el resarcimiento histórico de un derecho tan postergado. Tenía
la idea de que en la política te pedían siempre algo a cambio, pero no
nos reclamaron que fuéramos a un acto ni nada y sentí que precisamente
esa conducta ameritaba militar y por eso soy claro en el apoyo a este
Gobierno, no me escondo. No tuve nunca aprietes de ningún tipo ni ningún
cambio de favores. Por eso me deslumbré y quise participar. Mi
cristalización concreta fue el día de la muerte de Néstor Kirchner.
Siento haber despertado a los 41 años, tarde, muy tarde porque los
militantes militan desde jóvenes, pero la juventud me agarró en tiempos
de la dictadura, después el neoliberalismo, pero con Néstor Kirchner
descubrí eso.
–¿Cuándo fue fundada la Sagai?
–Sagai, cuyo presidente es Pepe Soriano, fue fundada en julio de
2006, donde los socios fundadores constituyeron la entidad para hacer
efectivo el derecho de propiedad intelectual reconocido en la Ley 11.723
desde 1933. Son 73 años de reclamo, pidiendo el cumplimiento de este
derecho, desde 1933 hasta 2006 y Néstor lo resolvió enseguida. El Poder
Ejecutivo Nacional, mediante Decreto 1914/06, reconoció a la entidad
como la única autorizada para la gestión de estos derechos en el
territorio nacional. Así nació la Sagai y luego vino la Fundación, una
ONG creada para velar por la protección cultural y económica del actor.
–¿Cómo vivió la muerte de Néstor?
–Con mucho dolor. Fue algo muy fuerte. Recuerdo que fui invitado a
6,7,8 para contar lo que viví con él, para recordar nuestro
acercamiento... cada vez que lo veía a Néstor siempre me hacía chistes
de fútbol porque él era de Racing y yo soy de Independiente. Eso ayudaba
al diálogo, al acercamiento. A partir de la muerte de Néstor mi
compromiso con el Gobierno fue mucho mayor. Y con Néstor Kirchner me
deslumbré, creía que los políticos eran unos corruptos que cobraban todo
lo que hacían y Néstor no nos cobró nunca nada, al contrario, nos
resolvió lo que llevábamos más de setenta años pidiendo los actores.
Cuando murió Néstor sentí mucho dolor porque yo sabía que ese día se
había ido un gran estadista.
–¿Cuál es su opinión sobre la ley de medios?
–Es una ley absolutamente necesaria para la multiplicidad de voces.
Yo tengo la suerte de poder producir en un canal como Telefe que ya está
instalado, dado que ya soy un actor de ahí y negocio las producciones
porque ya estoy en el canal, pero un productor nuevo no lo tiene tan
fácil. En Argentina la lucha de poderes es feroz, sobre todo desde la
dictadura, y eso se está poniendo de manifiesto con lo que hacen algunos
jueces... El Gobierno no lo ha tenido fácil y no será tan simple. Creo
que éste es el comienzo y no sé si esto sucederá el 7 de diciembre pero
ese día habrá una resolución. El tope que pone la ley a los medios,
comparado con lo que sucede en otros lugares del mundo, es totalmente
lógico. Argentina tiene la Corte Suprema más representativa que se pueda
pedir, ha sido elegida de manera independiente, son jueces con
reconocimiento, aceptados y admirados en muchas partes del mundo. Es una
gran Corte Suprema, confío plenamente en la justicia de este país. Se
está construyendo una justicia diferente. Los que están estudiando ahora
para recibirse de abogados, los que serán jueces el día de mañana,
serán mejores, cada vez mejores.
–En un momento de su vida usted tuvo un fuerte acercamiento con las Abuelas.
–Así es. Con Estela de Carlo-tto tuve mucha relación por la novela
que hice: Montecristo. Y en ese período fue, precisamente, en el cual
más chicos se encontraron. La protagonista era una hija apropiada y el
hecho de haber puesto el tema en una novela hizo que se activara mucho
la atención de los que tenían alguna duda, que el tema llegara al gran
público como quizá antes no había llegado... Y ahí la conocí a Estela
(se emociona al recordar ese día).
–¿Cómo fue la primera vez que vio a Estela de Carlotto?
–Fue al final de Montecristo. No la había visto hasta ese momento.
Hicimos la presentación del último capítulo en el Luna Park y me morí de
amor por ella. La vi sentada entre el público, disfrutando, aclamando, y
ahí vi la humildad que tiene Estela. Con toda la admiración que siento
por ella y por todas las Abuelas, pude ver el amor y la humildad que
tiene. Luego tuve la oportunidad de conocerla más y charlar con ella. Es
muy cariñosa, es un ser de luz. Estela es un ser absolutamente
extraordinario. No hay mucho más que eso.
–¿Cree que aparecerán los 400 nietos y nietas que aún falta encontrar?
–La esperanza es lo último que se pierde. Sí, yo creo que van a
seguir encontrándose nietos. Es un número grandísimo 400 pero estoy
obligado a decirte que sí, que se van a encontrar, porque siempre tengo
esperanza y porque la lucha de las Abuelas nunca puede ser en vano.
Bueno, ya no lo es, ya no lo ha sido. Las Abuelas nos dieron una lección
enorme de cómo el amor combate realmente al odio. De cómo poner la otra
mejilla te eleva, te transforma en un ganador... y de cómo la venganza
no significa realmente nada, la venganza es tu propio ocaso. Por eso
ellas lo merecen todo. Cada vez que las veo siento un cariño muy grande.
–¿Qué piensa usted cuando ve gente manifestándose en un cacerolazo?
–En los cacerolazos veo gente con un alto grado de desconformidad
que se manifiesta de la forma que puede. No tiene un representante
político que le pueda llegar a dar fuerza. Sobre todo estamos asistiendo
a la protesta de una clase media que piensa en sí misma. Y no está mal,
pero no logra hacer foco en el enorme crecimiento de los sectores
postergados de los que te hablo. Para que ellos puedan lograr la
tranquilidad, el desarrollo, la vida que quieren vivir, es necesario que
esos sectores que han sido históricamente postergados tengan su
oportunidad y que por lo menos puedan cubrir sus necesidades básicas de
alimentación, educación, atención médica, vivienda... Veo alguna clase
media, no toda, enojada por no poder cumplir deseos mundanos como
ciertos viajes, la dificultad para comprar dólares libremente y la forma
que tiene para ahorrar...que yo lo considero importante para ellos pero
absolutamente menor para lo que es el esquema general. Veo una derecha
recalcitrante metida con esa clase media, y esa derecha empuja. En esa
manifestación de cacerolas hay de todo y hay una derecha muy obtusa, muy
cruel, que se mezcla con una clase media que no quiere esa crueldad.
Hay una clase media que está disconforme por cosas personales pero no
quieren lo mismo que quiere esa derecha. Esa clase media se queja por no
poder comprar dólares. Lo que ellos no pueden ver es que este Gobierno
trata de re-educar, de desbaratar un pensamiento, un mecanismo que
debilita las posibilidades financieras del país. Cuando uno ahorra en
dólares, cuando ahorra en una moneda que no se emite en el país, está
restando, le está dando mucha inestabilidad al país. Hablo de la idea.
La compra de dólares no es tan grave como la idea de que esos sectores
no confíen en lo argentino.
No hay comentarios:
Publicar un comentario