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| Fernando Lario, desaparecido el 12 de julio de 2012 |
Por Bruno Verdenelli - Diario La Capital
Se trata de hombres que fueron vistos por última vez entre 2005 y 2014 y de quienes no hay rastros. No existen causas en las que sean buscadas mujeres o niños. Intriga, misterio e investigaciones archivadas en la era de la comunicación masiva.
Parece inverosímil que en tiempos de posmodernismo, comunicaciones al alcance de la mano y conexiones masivas y constantes existan personas desaparecidas. Pero las hay, y Mar del Plata suma al menos siete en el transcurso de los últimos diez años.
Por el alcance que tuvo a nivel nacional y el misterio que ronda sus características, tal vez el caso más conocido sea el del arquitecto Fernando Lario (42), visto por última vez en el complejo universitario de Funes y Rodríguez Peña, el 7 de julio de 2012. Sin embargo, la lista de hombres a los que "se tragó la tierra" es algo más abultada. Cabe destacar que no existen causas en las que sean buscadas mujeres o niños.
A raíz de una aparición que la hermana de Lario, Laura, hizo hace poco tiempo en un reconocido programa de televisión que se emite por América TV -en el que se barajó la versión luego desechada de que un santafesino había visto a Fernando-, LA CAPITAL indagó a los miembros del Departamento Judicial Mar del Plata, a la Policía y al personal de la Delegación Departamental de Investigaciones (DDI) para saber quiénes están en su misma situación. El resultado llamó la atención.
Es que la mayoría de las veces ocurre que lo que comienza como una denuncia de averiguación de paradero se resuelve rápidamente con el hallazgo de la persona buscada, viva o muerta. Pero como siempre y en todo, existe una minoría. La excepción a la regla...
De acuerdo a los datos a los que accedió este medio, además de los casos ya archivados de Fernando Lario y Julio Marticorena (30), que en agosto de 2005 fue a bailar al CRU y nunca más regresó, hay otras cinco causas en las que se investigan desapariciones. Cuatro de ellas están en manos del fiscal Juan Pablo Lódola y la restante fue iniciada por su par Paulo Cubas y continuada primero por Marcos Pagella y luego por Fernando Castro, quien lo sustituyó en su cargo el año pasado.
A Ceferino Omar Pardo (60) lo vieron por última vez el 20 de febrero de 2012, y hasta el día de hoy no hay rastros de su paradero. Cuatro meses y seis días después ocurrió lo mismo con José Luis Fernández (70), y la desaparición fue denunciada por la mujer que lo cuidaba en su casa.
Los dos casos anteriores son investigados por el fiscal Lódola, quien además está al frente de otras dos causas: la de Héctor Leonardo Macías (56) -visto por última vez el 30 de junio de 2012-; y la de Nicolás Saurel (24), secuestrado y desaparecido el último 3 de febrero.
Si bien el último de los casos se incluyó dentro de este informe, desde el Ministerio Público y la Policía presumen que Saurel fue asesinado, por lo que incluso hay tres jóvenes detenidos con prisión preventiva. Sin embargo, nunca se establecieron rastros de su cuerpo, por lo que es considerado un desaparecido más.
Por último, el séptimo de los misterios lo constituye el caso de Armando Norberto Angeli (33), de quien no se supo nada más desde el 30 de septiembre de 2010. Su madre todavía concurre actualmente a Tribunales para preguntar si hay novedades en la investigación, que suma tres cuerpos y pocas certezas.
Diferencias
Si bien los siete hombres fueron y son intensamente buscados por la Justicia, cada caso tiene ribetes particulares. Adentrarse puntualmente en ellos conllevaría la realización de una serie de notas aisladas, y por eso es que a continuación sólo se hará un resumen de cada uno.
Como se explicó antes, los casos de Lario y Marticorena son los más conocidos por la sociedad, debido a que tuvieron gran repercusión mediática. Esto obedeció, entre otros motivos, a que se trataba de personas jóvenes, con un núcleo familiar constituido, tareas laborales concretas y vínculos con el mundo académico.
Por su parte, las causas de Pardo, Fernández y Macías tienen otros puntos en común. Los tres eran personas de edad avanzada, con recursos bajos, desocupados o jubilados, y de relativo trato con familiares o amigos.
Según consta en el expediente, Pardo trabajaba esporádicamente en alguna "changa", tenía problemas de memoria y sufría de alcoholismo. Habitualmente, desaparecía por dos o tres días pero su familia sabía que regresaba. Hasta que no lo hizo más.
En tanto, Macías sí solía ver a sus hijos y nietos. Estaba separado de su esposa desde hacía más de dos décadas, pero vivía cerca de su casa, en 9 de Julio al 9500. Incluso, algunas veces guardaba su bicicleta y sus herramientas de albañilería en un galpón de aquella vivienda. Pero un día dejó de ir a buscarlos.
La denuncia fue radicada en la comisaría cuarta y desde la fiscalía se comunicaron con familiares que el hombre tenía en Salta, para saber si ellos habían recibido noticias suyas. Constataron que no: hacía más de 30 años que no lo veían ni escuchaban de él.
"Nunca más se comunicó con nadie. Y eso que él tenía adoración con su hijo y con dos nietitos. Iba siempre al bingo del centro los sábados. Todos los sábados. Se bañaba y se iba directo", dijo días atrás su ex esposa Irma Gutiérrez, en diálogo con este matutino. Y agregó, lamentándose: "Fui al hospital, a la comisaría, a la morgue, y nada. No tenemos ninguna hipótesis de lo que puede haber pasado. Somos de familia muy humilde y tenemos esperanzas también... No tiene que haberle pasado algo. Nos queremos autoconvencer de que se fue a pasear por algún lado. Y yo no puedo investigar porque no tengo los medios".
De acuerdo a lo que indicaron las fuentes consultadas, los hijos de Macías aceptaron recientemente hacerse un análisis de ADN para cotejar con el de un cadáver hallado en el mar el 7 de octubre de 2013. Pero aún no han tenido novedades.
El caso de Fernández, en cambio, es más extraño: según consta en la causa alguien cobra todos los meses su jubilación en un banco del Puerto. Pero no es él y su paradero le provoca especial intriga a los investigadores.
Al no existir fotografías del anciano, resulta más difícil identificarlo. La última novedad en el expediente la constituye el testimonio de una médica de PAMI, quien supuestamente atendió a Fernández algún tiempo atrás, pero que no pudo añadir más datos que sirvieran al desarrollo de la investigación.
"Oculto no es desaparecido"
Tanto para el caso de Saurel como para el de Angeli puede aplicarse la frase que un informante judicial remarcó hace pocos días: "Oculto no necesariamente es desaparecido".
Al primero de los jóvenes lo secuestraron y, como se explicó, los investigadores piensan que fue asesinado. Su cuerpo, de todos modos, sigue oculto y los únicos que saben qué fue lo que verdaderamente pasó son los acusados de privarlo de su libertad. Germán Caldas (26), Darío Repetto (26) y Juan Bazán (26) no declararon ante el fiscal Lódola y están detenidos con prisión preventiva en la Alcaidía Nº 44 de Batán desde marzo último.
Por otro lado, la investigación sobre la desaparición de Angeli también es distinta, porque hay quienes sospechan que fue él mismo el que decidió irse de la ciudad u ocultarse, debido a ciertas enemistades que lo habían asediado aquél año. Hincha de Aldosivi y de estrechas relaciones familiares, no hay rastros del joven pese a que el expediente cuenta con tres cuerpos y hasta un casete grabado, a través del que puede oírse su voz durante una comunicación telefónica.
Sin embargo, y pese a que en septiembre próximo se cumplirán cuatro años de su desaparición, el paradero de Angeli es un verdadero enigma. Es su madre la única que sigue presentándose a veces en la fiscalía, y reclamando por avances en la causa.
De hecho, la mujer protagonizó una fuerte discusión con el fiscal Cubas, tras la cual el investigador decidió excusarse y así dar paso en la pesquisa a su par Marcos Pagella, quien luego fue trasladado a la Fiscalía General. Todas sus causas quedaron entonces en manos de Fernando Castro. Algunas se encaminaron. La de Angeli, hasta ahora, no corrió la misma suerte.
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