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jueves, 15 de noviembre de 2012

¿Argentinos versus argentinos?



Este año, Mauricio Macri fue la voz más saliente de la derecha en acusar a la presidenta de "generar una división entre argentinos". Lo hizo a través de radio Mitre, en programas del Grupo Clarín y en notas de La Nación. En el mismo diario de los Mitre, ya en abril de 2011, Luis Gregorich había publicado una comentada nota: "La división de los argentinos", donde en un improvisado trabajo de campo el autor esgrime la teoría del enfrentamiento social. Pero no es una idea que la derecha sólo ha utilizado en los últimos tiempos: viene fomentándose desde épocas remotas. Para no hundirnos en la historia argentina y alejarnos de los principales actores actuales de la política nacional, diremos que este "enfrentamiento" es la hipótesis central del libro del diputado nacional por PRO, Federico Pinedo, publicado en el 2006, Unidad o enfrentamiento: La Otra Historia Argentina, quien asegura que le preocupa "esta actitud argentina reiterativa de creer que se puede mejorar mediante la división y el enfrentamiento entre argentinos". A las voces del tándem conservador Macri-Pinedo, un par de años después (en el 2008) la Confederación Rurales Argentinas, la Sociedad Rural, la Federación Agraria y Coninagro emitieron un comunicado diciendo —entre otras cosas— que instaban "al gobierno a abandonar su actitud y evitar que este justo reclamo agropecuario derive en un dramático enfrentamiento entre argentinos".


Voces del periodismo hegemónico, desde el radicalismo y la Coalición Cívica se sumaron al pedido de unidad nacional. E incluso voces mediáticas como las de Mirtha Legrand y la del locutor Alejandro Fantino preguntan constantemente a sus entrevistados qué opinan sobre la división entre los argentinos o son ellos mismos quienes manifiestan (con cierta candidez) en reiteradas ocasiones su preocupación por este "enfrentamiento".

Como vemos la preocupación la instala la derecha argentina. Y parte de la sociedad, sobre todo la burguesía o la clase media-media, se hace eco de este reclamo al gobierno señalándolo como el promotor de la división entre los habitantes de un mismo suelo.

Hay que aclarar que es una preocupación que la derecha tiene sólo cuando no está en el poder político. Es evidente que en toda sociedad hay divisiones de clases sociales, económicas, de profesiones, de jerarquías y, fundamentalmente, de ideologías. Las sociedades desde siempre estuvieron divididas, es imposible que sea una masa uniforme.

Cuando la derecha no puede aplicar sus medidas económicas, cuando hay gobiernos inclusivos que distribuyen los ingresos o cuando el Estado inyecta dinero en las capas más bajas la "división" pasa a ser una preocupación central para el stablishment.

Hay que reconocer que cuando la derecha ocupa el poder le encuentra la solución al problema: la división no es visible.
Lo primero que niega la derecha es su propia existencia: "aquí no hay derecha ni izquierdas" es el latiguillo principal de sus políticos o empresarios, "somos todos argentinos". Un discurso hipócrita para ocultar sus oscuros intereses egoístas.

En la praxis política, la derecha elimina la división entre los argentinos simplemente desapareciendo al "otro" —al que está "enfrente"—. Lo han hecho históricamente: exterminaron a los indios y a los gauchos, excluyeron de toda actividad política a las clases bajas, sometieron a los trabajadores, bombardearon a la ciudadanía y proscribieron al peronismo; desaparecieron a 30.000 personas y censuraron con un estado terrorista al resto de los argentinos o ningunearon los reclamos de aquellos que empezaban a quedar fuera del sistema laboral o jubilatorio con sus medidas "neoliberales".

Ese es el país sin división que desea la derecha. Un país sin el "otro" o con el "otro" sometido a sus caprichos.

Los políticos, los periodistas y los medios de la derecha han tratado de instalar que durante los gobiernos de los Kirchner hay una mayor división entre los argentinos. No es verdad: no hay más enfrentamientos que durante el resto de la historia argentina. Por el contrario, al duplicarse la clase media en la última década —como lo ha estudiado el Banco Mundial— en este momento histórico hay mayor equidad y por lo tanto más unidad. 
La inclusión de capas más pobres al sistema crea esta mayor unidad. Las divisiones son menos notorias, son menores las grietas entre las capas y los puentes empiezan a levantarse. 
En síntesis, cuando el discurso (o "relato", como le gusta llamar al periodismo hegemónico) dice que el gobierno propicia la división entre los ciudadanos es porque históricamente las clases dominantes tratan de ocultar la situación de sometimiento a las clases dominadas; y el kirchnerismo la exhibe. Los políticos de la derecha y sus voceros han dividido, dividen y dividirán al país sometiendo, excluyendo y cuando "el otro" se hace visible lo desaparecen.

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