Además del autor, participaron de la presentación realizada en el auditorio de la Casa, los escritores Rafael Bielsa y Vicente Battista, y los periodistas Julio Fernández Baraibar y Juan Manuel Rapacioli.
"No hay que creer nada del libro, está todo falseado -señaló Aletto-. Pero, a su vez, como dice el epígrafe de Borges, que también dudaría de él: la literatura es una mentira que dice la verdad".
La novela es, continuó, "algunas de mis pasiones conjugadas: el Siglo de Oro español, El Quijote, Quevedo, el Renacimiento, y los clásicos en general".
"El tema de descenso, la Catábasis, se me presenta siempre -explicó el autor-. Es el tópico que continúa en la literatura: el camino de Virgilio. Van apareciendo descensos en toda la historia de la literatura, hasta `La Divina Comedia`".
Y agregó: "uno de los descensos que más me interesan es `La Visión de don Túngano`, un viaje alegórico redactado en torno a 1140 por un monje irlandés, que se publicó por última vez en 1526".
"Esta visión es la que intercalé con el texto de Vesalio, en diálogo permanente con la otra historia; es decir, el Renacimiento conjugado con la tradición del descenso", apuntó.
Bielsa, por su parte, dijo que "es una novela prodigiosa que no puedo comparar con ninguna que haya leído antes, y me atrevería a decir que si los grandes escritores no saben del todo lo que están escribiendo, creo que Carlos no sabe del todo lo que ha escrito".
"Con la estructura de esta novela, el autor juega con el lector -señaló Bielsa-. Hay una cosa del juego en el medio de demonios, tragedias, colmillos, armas cortantes, mutilaciones. Algo del orden del sentido del humor".
Las prácticas de Vesalio, agregó, "consisten en hacer sus experimentos en un cuerpo vivo, porque la creencia era que los humores estaban causados por el carácter delgado de los demonios que se metían dentro del cuerpo. Si el cuerpo estaba muerto, esos demonios y por lo tanto la cura de la melancolía, no eran aprehensibles por lo que hoy llamaríamos una autopsia. Había que tomar el cuerpo vivo".
"Pero lo extraordinario es que hay una estructura latente. Hay figuras que van latiendo por debajo de la estructura evidente de capítulo y visión, y van armando otro relato, uno no lineal, pictórico y bellísimo", graficó.
A su vez, Battista, explicó que "la virtud de los grandes escritores de todas la épocas es inventarse un lenguaje, ponerlo en movimiento y lograr que los lectores lo den por verdadero. Aquello que logró Rulfo y que, entre nosotros, logró Di Benedetto, es lo que me sorprende de Aletto".
"La historia de Vesalio la encontramos en cualquier enciclopedia, en la británica como diría Borges, o en Google, pero lo que interesa es que Aletto toma esta historia y quien lo cuenta no es ese autor omnisciente que está ahí atrás, sino el propio Vesalio. Ahí está la magia", destacó.
El periodista Juan Manuel Rapacioli, a su turno, expresó que le tocaba "hablar de un lugar simple, el lugar de los afectos, porque por más vueltas que le dé a la obra, a estas y a otras de Carlos, siempre vuelvo al afecto que nos tenemos".
"Porque este hombre que le gusta andar por los infiernos y dialogar con los demonios, discutirle a Borges y decirse discípulo de Virgilio, también es titular de una sociedad de fomento en Mar del Plata.
Entonces, podés verlo con su computadora, algún libro de Borges, y a la vez, haciendo lo necesario para arreglar una calle intransitable de algún barrio", explicó.
Baraibar, en tanto, indicó: "Carlos ha escrito y publicado una novela extraordinaria por el enorme riesgo estético que implicaba caminar sobre una cornisa en la que la caída podía ser altamente peligrosa. Creo que ha logrado con éxito superar esas dificultades, y darnos una novela escrita de una manera prodigiosa, con la minuciosidad de un orfebre".
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