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domingo, 10 de junio de 2012

Las mil y una caras de las estafas por Internet


Por Lucas Cremades / Revista Veintitrés

Mentiras y fraudes de todo tipo, desde los ingenuos hasta los más graves, circulan por la Web con la velocidad de la luz. De qué se trata el Phishing, Keyloggers, Troyanos y La lotería. Cómo evitarlos. 

La virtualidad que significa el uso masivo de Internet sobre sus 2.270 millones de usuarios repartidos en todo el planeta, podría ser comparada a lo que ocurre en una inmensa telaraña donde cohabitan –entre las tantas herramientas disponibles en el ciberespacio– el entrecruzamiento de datos, las comunicaciones vía webcams, el envío de correos, las compras con tarjetas de crédito, los sitios de pornografía y hasta las páginas creadas por pedófilos para atraer a sus presas, todo a partir de las cualidades tecnológicas que permite una simple computadora de familia.


En la actualidad, los fraudes en Internet son moneda corriente. Con el correr de los días, las noticias acerca de víctimas que creyeron experimentar un romance virtual con personas de otros países despertaron la alerta tanto en los usuarios como en los investigadores. El 23 de enero, un caso policial relacionado con el tráfico de cocaína desde el Aeropuerto Internacional de Ezeiza sacudió a la comunidad científica argentina. Quien había intentado trasladar dos kilos de cocaína hacia los Estados Unidos era nada más ni nada menos que el prestigioso científico británico Paul Howard Frampton, de 68 años, hasta entonces profesor de la universidad estadounidense de Carolina del Norte. Frampton fue detenido luego de que el escáner de la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA) detectara una sustancia extraña en la valija que el científico había despachado en el vuelo 4640 de Lan Chile que venía de Bolivia con escala en Ezeiza. La sustancia era cocaína y la cantidad, dos kilos ochenta gramos. Estaba envuelta en papel de regalo y colocada detrás del forro del equipaje. Frampton fue detenido de inmediato bajo la figura de “contrabando de estupefacientes con fines de comercialización”, delito que tiene una pena máxima de 16 años de cárcel.

De movida, la trama se orientó alrededor de lo que sostuvo el apresado, quien esgrimió que había sido víctima de un romance por Internet; que había llegado a Sudamérica atraído por el amor que le prometía una joven y reconocida modelo, de la que se había enamorado sin siquiera verla. Respecto de la valija, el científico explicó que llegó a sus manos luego de una serie de engaños de los que fue víctima.

La noticia rebotó de inmediato en el mundo académico argentino. Notables profesionales de la Universidad de La Plata y de la Buenos Aires salieron a respaldar al académico: se ofrecieron a darle alojamiento y trabajo en distintos claustros universitarios. “La intención del mundo académico fue hacer un acto de solidaridad con un reconocido científico que está solo, detenido en nuestro país”; explicó el decano de la Facultad de Ciencias Exactas, Jorge Aliaga. Sin embargo, llama la atención semejante ingenuidad de parte de un científico conocido en el mundo académico por sus colaboraciones con premios Nobel de Física como Sheldon Glashow (premiado en 1979), George Smoot (2006) y Yoichiro Nambu (2008), que escribieron a Exactas destacando el valor académico de Frampton. 

Tal vez en esa extrañeza radique la decisión del juez en lo Penal Económico Juan Galván Grenway de mantener la prisión preventiva sobre el científico, que pasa sus días en la cárcel de Devoto –desde donde sigue publicando papers–, de cara al inminente juicio oral, solicitado por la fiscal Carolina Robiglio. Fuentes de esa fiscalía aseguraron que los intentos de la defensa de Frampton –que desistió de contar con abogados acercados por sus colegas argentinos y eligió ser defendido por una defensora oficial– en la etapa de sumarios no se sostenían. “No sería verosímil que una persona de 68 años, con instrucción universitaria sólida, haya viajado al país con el fin de encontrarse con una amiga y que, pese no haber tenido contacto con ella, haya aceptado sin reparo alguno llevar consigo una valija supuestamente propiedad de la nombrada”, sostuvieron los jueces de la Sala B de la Cámara al confirmar el procesamiento.

Otros casos de engaños por Internet y de idéntica índole siguen llamando la atención de los investigadores. El 13 de abril de 2011, la ex funcionaria del gobierno de Nueva Zelanda Sharon Mae Armstrong fue detenida en Ezeiza con 5 kilos de cocaína en su valija cuando estaba por tomar un vuelo a España. Armstrong, de 54 años, se dio cuenta tarde de que había sido engañada por el hombre que mal consideró como el amor de su vida. Su relato es similar al de Frampton. En el juicio oral, donde declararon también su hija y una hermana, quedó acreditado que la mujer fue víctima de una trampa. La Justicia dio por cierto que había sido engañada por un hombre que la enamoró en un sitio de citas por Internet, que le ofreció casamiento y que con esa excusa la hizo viajar a la Argentina con la promesa de que luego se reunirían en Londres para conocerse personalmente. Los jueces creyeron su historia y le impusieron la pena mínima para el delito de contrabando de estupefacientes: cuatro años y diez meses de prisión, de cumplimiento efectivo.

También durante 2011, la estadounidense Catherine Blackhawk, una enfermera de 49 años, vino al país atraída por un hombre al que se acercó a través de Internet y con el que planeaba casarse (pese a que nunca lo había visto personalmente). Este le pidió que viniera a Buenos Aires a buscar los papeles de una herencia que le habían dejado, como un paso previo a que se encontraran en Londres. La mujer hizo caso. Catherine fue detenida el 29 de junio en Ezeiza. En su valija hallaron cuatro kilos de cocaína, cuando –según declaró– creía que estaba trasladando parte de la “herencia”. Catherine está presa en la Unidad 31 de Ezeiza a la espera de ser juzgada por contrabando de drogas.

Algo parecido aunque infinitamente menos grave ocurrió con el argentino Alfredo Valentín Pereyra. Víctima del engaño de una supuesta princesa brasileña, quien lo sedujo desde las redes sociales utilizando perfiles falsos y fotografías de mujeres (más) bonitas (que ella). La acusada –Ivonete da Costa, de 56 años– se hacía pasar por Susane Smith y María de Lourdes Cano, entre otros perfiles falsos, para atraer a las víctimas. Cuando Pereyra llegó a la casa de la mujer, enseguida fue encerrado y sus documentos y dinero, robados. El caso se conoció porque la mujer llamó por teléfono a la familia de Valentín para exigir dinero por el rescate. La familia del argentino contactó a Interpol, que lo buscó en Ilheus, sur del estado de Bahía. “Hay pruebas de que ella estafó a otros dos argentinos con el mismo golpe”, dijo el comisario brasileño Irenu Andrade.

El peligro que generan los pedófilos en Internet va en aumento. La práctica conocida como grooming –obtener por parte de un adulto lazos de amistad con un menor para conseguir datos del mismo con el fin de obtener satisfacción sexual– está en baja. En lo relativo al sexo, los métodos y comportamientos de delincuentes sexuales son más directos. Investigadores europeos sostienen que, de las conversaciones recientes registradas por la policía, se extrae que el diálogo en Internet entre un delincuente y un menor puede pasar al plano sexual en cuestión de “dos minutos”. Además, alertan que en las redes sociales si el niño no responde, el agresor sencillamente busca a otra víctima. Y ciberdelincuentes detenidos aseguran que no es necesario dedicar tiempo al proceso de seducción cuando, directamente, pueden solicitar sexo a un menor o citarse para poder abusar de él. También indicaron que el objetivo de una conversación con contenido sexual es, a menudo, poder lograr un encuentro físico, que suele producirse en hoteles, parques, estacionamientos, paradas de autobús o incluso el dormitorio de la víctima o del agresor.

Continuando con la serie de engaños virtuales, aparecen los falsos e-mails de instituciones bancarias o financieras. Los correos intentan asustar a las víctimas anunciando, por ejemplo, que su cuenta fue bloqueada. Incluyen un link que al ser clickeado redirige al ingenuo a un sitio que calca el del banco o la tarjeta. Una vez allí, le pedirán que ingrese sus datos y contraseñas para poder utilizarlos transfiriendo dinero o haciendo compras a su nombre.

En otra categoría de estafas entran los fraudes por correo electrónico no solicitado. Consisten en ilusionar a la víctima con una fortuna inexistente y persuadirla para que pague dinero por adelantado como condición para acceder a esa fortuna. Otra herramienta para la mentira pueden ser los accesos a servicios de Internet cuando el consumidor recibe una oferta gratuita y tentadora. Esa aceptación lleva implícita un compromiso de contrato a largo plazo con penalizaciones financieras en caso de cancelación. También aparecen como elementos de fraude las tarjetas de crédito. Algunos links piden el número de tarjeta para comprobar que el usuario sea mayor de 18 años, aunque el verdadero objetivo es cobrar cargos no solicitados. Entre otros rubros para el engaño figuran los lugares de viajes y vacaciones que ofrecen algunas páginas de Internet con destinos maravillosos a bajo precio, que en general esconden una realidad completamente diferente a la calidad escogida para tal fin. De igual manera ocurre con las oportunidades para hacer negocios y ganar dinero con ofertas que invitan a ganar fortunas de dinero invirtiendo primero en un negocio, que no es otra cosa que una gran estafa.

Tres personas purgan prisión quién sabe si por inocencia frente a sus computadoras. En tiempos donde la modernidad tecnológica es la vedette de una buena parte de la población mundial –y hasta que nadie descubra lo contrario–, en las telarañas de la red, para comprar, primero hay que ver. 

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Los métodos más difundidos

Phishing: Hacerse pasar por otro para obtener información (contraseñas, cuentas, números de tarjetas de crédito y claves).

Keyloggers: Programas que se instalan secretamente y registran todo lo que se tipea.

Troyanos: Software aparentemente inofensivo que esconde otro malicioso.

Estafa nigeriana: Una autoridad gubernamental o privada solicita al destinatario datos de su cuenta bancaria con el objeto de transferir a ella grandes sumas de dinero.

La del Tío: Anuncian el fallecimiento de un desconocido y adinerado pariente y notifican al destinatario su inclusión entre los beneficiarios del testamento. Los timadores solicitarán algún tipo de gasto para tal fin.

La lotería: El mensaje anuncia que se ha ganado un premio de la lotería sin haber participado de sorteo alguno. Tras sucesivos contactos, al ganador se le pide un desembolso de dinero para cubrir costos de trámites.

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