La falta de trabajo es uno de los hechos más salientes de los últimos quince meses. Ya sea por destrucción de puestos laborales, vía despidos o suspensiones, o por falta de iniciativa a la hora de generar condiciones para morigerar los efectos devastadores de la política económica en curso, la desocupación es el fantasma que asola a porciones crecientes de argentinos.
Los motivos de este flagelo están a la vista. Apertura indiscriminada de importaciones que sustituyen producción local, expulsando trabajadores y cierre de paritarias por debajo de la inflación, restando capacidad de compra a los asalariados y deteriorando el mercado interno, del que se nutren ciento de miles de micropymes que al ver caer sus ventas y aumentar sus costos internos, van goteando despidos. A lo que se suma toda la batería de medidas que apuntan a reducir el consumo (tarifazos, aumento de precios, tasas altas, eliminación de la devolución del 5 % del IVA, etc) que jaquean la ecuación económica de los dadores de empleo, poniendo en riesgo su viabilidad.
En este marco y frente al reciente anuncio del índice de desempleo del 7,6 % para el 4º trimestre del 2016, el mayor registrado para dicho período en los últimos siete años, el Gobierno nacional no sólo insiste en afirmar el fin de la recesión, la creación de puestos de trabajo y la reactivación económica a contramano de la realidad, sino que avanza en medidas que siguen poniendo en riesgo fuentes laborales.
Un caso testigo es el de la Cooperativa BAUEN, que gestiona el hotel homónimo en CABA desde hace 14 años, a partir del abandono de sus dueños, cuya ley de expropiación fue vetada por el Poder Ejecutivo, habilitando a la Justicia a disponer orden de desalojo, según resolución del pasado mes de febrero, poniendo en riesgo la fuente laboral de 150 familias. Evidentemente la gestión democrática de una empresa recuperada por sus trabajadores no forma parte de la lógica liberal gobernante, que sólo concibe su propiedad en manos de “empresarios”, aunque éstos hayan construido el hotel con créditos hipotecarios de bancos públicos que nunca honraron y que la no expropiación implique que el Estado renuncia a incorporar a su patrimonio el inmueble por compensación de deudas.
Por su parte en nuestras ciudades de Mar del Plata y Batán, el reciente índice de desempleo nos sigue ubicando en el 1º puesto del ranking. Sin embargo y pese a no disponer de información de igual período del año anterior a efectos comparativos, por el apagón estadístico dispuesto por el propio INDEC, desde el gobierno municipal se insiste en que “hay una baja de la tasa de desempleo”. Difícilmente se pueda abordar en plenitud la problemática, que ya exhibió en el 2016 los peores 2º y 3º trimestres de los 4 últimos años, cuando no se sincera la realidad.
Una realidad que está atravesada por la ausencia de obra pública, una ampliación del parque industrial que sigue en las promesas, la falta de energía que condiciona la instalación de nuevas industrias, un parque informático generador de miles de puestos de trabajo que se diluyen ante la falta de decisión política para encararlo, aun con fondos afectados al respecto, falta de promoción para alentar la llegada de turistas los 12 meses y de impulso como sede de congresos y convenciones y una oficina de empleo municipal invisibilizada.
Una realidad que evidencia la falta de un proyecto de ciudad que tenga a la industria y al trabajo como ejes, que no despliega acciones para impulsar efectivamente la reversión del desempleo y que pierde oportunidades, frente a un modelo económico que arrasa puestos de trabajo, como contrapartida de la acumulación de beneficios para grupos concentrados del agro, la minería y las finanzas y que debería exigir el mayor esfuerzo, capacidad y visión estratégica de la gestión municipal para morigerar sus efectos.
*Gustavo Casciotti -Secretario Partido Solidario
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