Por Néstor Leone / Revista Debate
Gabriel Mariotto, vicegobernador bonaerense, destaca su relación con Daniel Scioli, señala los desafíos de la provincia y caracteriza el momento político nacional.
Su nombre adquirió resonancia nacional en abril de 2008, cuando fue nombrado por la presidenta Cristina Kirchner como interventor del Comité Federal de Radiodifusión, con un objetivo muy preciso: recoger la experiencia acumulada (y desoída) durante años y elaborar un proyecto de ley que reemplazase la anacrónica legislación sobre medios audiovisuales, heredada de la última dictadura cívico-militar. Con el objetivo cumplido, un año y medio más tarde, Gabriel Mariotto se convirtió en el último interventor del Comfer y en el primer presidente de la flamante Autoridad Federal de Servicios de Comunicación Audiovisual.
Docente en la Universidad de Lomas de Zamora y con una larga experiencia militante en el conurbano, hoy Mariotto es el vicegobernador de la provincia de Buenos Aires, producto del triunfo rotundo que obtuvo en octubre de 2011 como parte de la fórmula que compartió con Daniel Scioli. En esta entrevista con Debate, el vice caracteriza su relación con el gobernador, desmiente peleas y desinteligencias, destaca la impronta reflexiva que le aporta su tarea a la gestión y señala los desafíos que tiene la provincia. Además, celebra el discurso de la Presidenta en la apertura de sesiones legislativas, analiza la conflictividad gremial y examina el mapa político argentino.
Su relación con el gobernador Scioli parece haber atravesado distintos estadios en poco tiempo. ¿Cómo la evaluaría usted?
Es una relación que tiene una gran responsabilidad institucional. Con Daniel tenemos diferencias de estilo, es cierto, que son producto de nuestras formaciones y orígenes, pero son muchas más las coincidencias que los matices o los desacuerdos. Lo que sucede es que la mirada mediática no está acostumbrada a abordar esas diferencias como aportes a un mismo continente político y pretende verlas como irreconciliables. Más que distanciarnos, como intentan predicar algunos titulares de diarios, son diferencias que potencian el todo.
Esas diferencias de estilos o de perfiles, ¿suponen o supondrán divisiones de roles?
No, el rol está definido por la Constitución. El gobernador es quien conduce y el vicegobernador preside el Senado. Desde nuestro lugar, aportamos al Ejecutivo reflexión en distintas cuestiones que abordamos desde la construcción política, la militancia y la responsabilidad institucional. Temas de medio ambiente, de seguridad, de justicia, de educación, de desarrollo social llegan a la instancia institucional del Senado y los planteamos en la mesa del Ejecutivo para que el gobernador los considere.
Se habló de pacto, de armisticio, de acuerdo de no agresión entre ustedes. La apertura legislativa parecía escenificar eso, luego de algunos roces previos y declaraciones encontradas.
Ni pacto, ni armisticio, ni acuerdo ni nada. Es una relación lógica, natural, que se va desarrollando permanentemente a partir del vínculo institucional que mantenemos, del cual no participan los medios. Tenemos reuniones habituales en las que trabajamos y reflexionamos mucho en conjunto, aunque los medios no se enteren o no se publique nada de eso.
Pero es cierto que hubo algunos cruces públicos. La apertura de sesiones, por ejemplo, estuvo lejos del acto de asunción de diciembre último, que terminó en un hecho algo más que confuso.
En el acto de asunción hubo una actuación de la policía que fue muy cuestionada, tanto por el gobernador como por el vice. Porque la policía no tenía nada que hacer en el Senado. Nos arruinaron nuestra asunción, producto de una represión absurda. Por eso la apertura de sesiones se hizo sin uniformados, ni adentro ni afuera. Y fue una fiesta.
Entonces, de comisario político, nada.
Jamás. De comisario, ni en Poliladron…
La hipótesis era: el kirchnerismo impuso a Mariotto en la vicegobernación, para tener a Scioli controlado.
Tenemos distintas formas de hacer aportes en el marco del proyecto nacional. Son cuestiones de estilos, pero una misma pertenencia. Aquí no hay ninguna imposición ni nada que se le parezca. Lo mismo dijeron cuando Alberto Balestrini fue electo vicegobernador. Que era el delegado del Ejecutivo Nacional, que esto, que lo otro… Y Alberto fue un gran vicegobernador. Son argumentos muy repetidos y falsos. Se basan en una vocación que tiene el sistema por cooptar al gobernador. Como el gobernador tiene un estilo que muchas veces se asemeja a lo que culturalmente plantea algún sector de poder lo quieren para ellos. Y no se resignan. Por las buenas, tratan de “dorarle la píldora” para que rompa; por las malas, tratan de dañar su imagen… Pero se equivocan. Daniel fue vicepresidente de Néstor y es un gran gobernador de Cristina. No se dan cuenta de que el gobernador es un hombre del proyecto nacional. Nosotros aportamos lo nuestro, sin ninguna intención de comprometer la gobernabilidad ni de tener posicionamientos personales. Aportamos una estética y un concepto que, en el marco del proyecto nacional, sirven para la reflexión…
Uno de los puntos divergentes, desde el vamos, entre el gobernador y usted, ha sido el tema seguridad. Ahí sí parecen existir diferencias.
En temas de seguridad reflexionamos mucho con Daniel, para optimizar la política del área en la provincia. Y producto de esa reflexión y de esos aportes, que completan la mirada institucional sobre la provincia, el gobernador toma las medidas que cree convenientes. Muchos de los aportes que hicimos fueron considerados, y nos sentimos muy cómodos pudiendo dar cuenta de eso.
En más de una ocasión se dijo: Mariotto quiere imponer la política de seguridad a Scioli.
Es porque no conocen al gobernador. Aquí nadie impone nada a nadie. Aquí reflexionamos. Y lo hacemos con honestidad intelectual, cada uno desde su punto de vista, que se enmarca en el proyecto nacional. Hemos intervenido en algunos aspectos concretos del tema seguridad y el gobernador nos ha escuchado. Por ejemplo, estamos muy satisfechos con la decisión que tomó con los cambios de los jefes de las departamentales en Florencio Varela y en San Martín; o en el envío, desde el Ejecutivo, del proyecto para crear una policía judicial o para separar el ministerio público fiscal y la defensoría.
Miradas progresistas, muchas de ellas, incluso, con pertenencia en el kirchnerismo, han apuntado insistentemente, de manera crítica, sobre el “sentido” de la política de Scioli en esta área.
Nosotros tenemos un paradigma: las políticas de seguridad del gobierno nacional. La provincia de Buenos Aires va asimilando y asumiendo esa dirección. Hay que construir muchísimo desde la inclusión y desde la ruptura de connivencias. Aquí se necesita romper la connivencia de la policía con el delito. El peor escenario se da cuando la fuerza de seguridad es cómplice del delito. Y, a su vez, romper la de la justicia y la política con la policía y el delito. En eso estamos marcando el acento. Y lo hacemos desde el Ejecutivo, aportándole al gobernador herramientas y reflexión; y el gobernador decide con una impronta que nosotros valoramos.
Cuando se critica esta política se hace mención a la mayor autonomía que Scioli le habría dado a la policía bonaerense. ¿Comparte?
Creo que hay distintas etapas. El problema es la vieja cultura política que prohijó a la llamada “mejor policía del mundo”. Hay que desentrañar ese rollo y, para ello, es necesario pasar por distintas etapas, a veces con pruebas de ensayo y error. Sobre esas acciones podemos sacar conclusiones y asumir nuevos destinos. Pero está claro que no se trata de autonomía ni de rigor. Se trata de tener una conducción policial enmarcada en este proyecto de país, donde no se tolere ningún tipo de connivencia. Tenemos que estar atentos a todas las construcciones político-institucionales, en todos los rincones de la provincia. Hay comisarías que no cambiaron su personal en más de quince años y creemos que eso no es beneficioso. Existen muy buenos policías y hombres con responsabilidad institucional. En ellos nos estamos apoyando para hacer esta transformación.
De todos modos, parecen evidentes las posiciones contrapuestas entre el ministro Ricardo Casal y la ministra nacional Nilda Garré. ¿Lo ve así?
Las políticas de seguridad de la ministra Garré son una referencia para la provincia de Buenos Aires. Las políticas de seguridad de la provincia, como todas las políticas, se están acercando a esa dinámica. Y cada vez van a estar más cerca.
DISCURSO, RESERVAS Y MODELO
¿Qué le pareció el discurso de Cristina en la apertura de sesiones ordinarias?
Fue la disertación de una gran estadista. Me hizo acordar a algunos discursos de Juan Domingo Perón, en los que desplegaba su visión estratégica sobre el país, en relación con la región y el mundo. Reactualizando la mirada, Cristina hizo lo mismo. Porque no se puede hablar de un aspecto parcial: hay en sus palabras una mirada estructural de la patria. Dar valor agregado a nuestra producción tiene que ver con la posibilidad de capacitarse y asumir ese desafío. Y, a su vez, tiene que ver con la integración regional y con nuestro comercio exterior. Quizá la cercanía no nos permite mensurar la dimensión histórica que va a tener con el tiempo.
También planteó la reforma de la Carta Orgánica del Banco Central…
Cuestión que tiene una importancia mayúscula. En primer lugar, nos va a permitir eliminar los remanentes de la doctrina neoliberal que condicionaban la política monetaria y, por lo tanto, una parte de nuestra soberanía económica. En segundo lugar, al recuperar los mandatos que regían la institución antes de 1992, se incorpora la noción de objetivos múltiples y se deja de lado la noción ortodoxa de metas de inflación, para adoptar criterios de creación de empleo y de crecimiento económico. Pero, a su vez, no significa descuidar la estabilidad de los precios sino, por el contrario, estudiar la inflación como un fenómeno multicausal y preservar un tipo de cambio real acorde con la estructura productiva del país. En definitiva, la reforma nos va a permitir recuperar la política monetaria y orientarla hacia el desarrollo con inclusión social y no hacia la valorización financiera.
Hay quienes marcan giros en la política de gobierno, y ponen en entredicho la cuestión de la tan mentada profundización del modelo.
La profundización está en la entraña misma del gobierno de la Presidenta y de su conducción. Toda la política de Cristina viene a profundizar lo iniciado por Néstor. Y aquí la transformación no se detiene. Son lindos desafíos que tienen que ver con los sueños de nuestra sociedad. Cristina los recibe, los interpreta y genera las herramientas para hacerlos realidad. Era un sueño la Asignación Universal por Hijo… Era un sueño la recuperación por el Estado de los aportes de los jubilados… Era un sueño la ley de medios... Se fueron concretando. Quedan cientos de sueños más para seguir avanzando. Eso es la profundización: bajar a la realidad efectiva lo que, intelectualmente, algunos cuadros dieron cuenta como utopía. Para el peronismo no hay utopía, en términos tradicionales. La utopía deja de ser tal para convertirse en realidad.
El contexto internacional, por lo pronto, parece más adverso. ¿Puede influir negativamente en esas políticas?
Cada vez que hubo crisis en los centros, la periferia emergió. Y ésta es una gran oportunidad. Está en crisis el capitalismo tal cual lo conocemos en Occidente. En esa economía de crisis, que tiene a una Europa con desocupación en alza y que ha dilapidado sus recursos en la burbuja financiera, que tiene a China empapelada con los bonos que financian el déficit de la deuda de Estados Unidos, América Latina puede emerger con un desarrollo propio. Por eso es tan importante escuchar a la Presidenta en los foros internacionales y confirmar que la integración regional nos puede dar la posibilidad de tener un horizonte sustentable y de desarrollo propio. Todo esto, acompañado de una nueva filosofía, fundada en las bases mismas del peronismo, aquélla que dice que “nadie se desarrolla en una sociedad que no se desarrolla”.
GREMIOS, PROYECTOS Y CONFLICTOS
El conflicto, o la ausencia de acuerdo con los docentes, trajo inquietud. Incluso, en la provincia de Buenos Aires, la divergencia parece mayor.
Confío en que va a primar la racionalidad. No se puede obviar el contexto en el que se desarrollan las negociaciones. La educación fue reconocida con una inversión inédita en la historia argentina. Y esa inversión genera condiciones objetivas para que la educación haya dado un salto cualitativo y sea parte de un cambio de paradigma, con notebooks, con universidades públicas que están absolutamente potenciadas y jerarquizadas, con docentes con mucha participación… Los gremios parecen anclados en una lógica del pasado. Ninguno asume la responsabilidad de cerrar primero. Por derecha o por izquierda, se van corriendo unos a otros con cifras que, supuestamente, son beneficiosas para sus afiliados, pero que conspiran contra la racionalidad del sistema.
Los docentes se sintieron destratados por el discurso de la Presidenta. Tuvo palabras duras con el sector y la tarea docentes.
Es una reacción de algunos gremios. Creo que la sociedad está en sintonía con los argumentos que vertió Cristina el 1º de marzo.
De alguna manera, ese tramo del discurso resultó inesperado. Incluso, ajeno a la impronta y a las políticas de su gobierno.
Nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio. La Presidenta argumentó como corresponde, sosteniendo las políticas de Estado que nos han dado la posibilidad de salir de una crisis terminal y una gran potencialidad. Hay que comparar la tragedia de los ochenta, que desembocó en la marcha blanca de docentes; la traición de los noventa, con la carpa blanca; o el desastre de 2001, con este contexto de hoy. La Presidenta tiene toda la honestidad intelectual como para poder dar cuenta de su llamado de atención sobre la falta de responsabilidad de los gremios docentes.
Si ésta que usted dice es la lógica del conflicto, ¿se puede esperar que se reproduzca de la misma manera en otros sectores o actividades?
No creo que haya sustento en la sociedad para generar este tipo de manifestaciones. Es al revés. La sociedad argentina transita por otro carril, de armonía, de crecimiento. Recordemos que ésta es una patria que venía del 25 por ciento de desocupación. Hoy está con menos de siete. Es una situación que nos da la posibilidad de ordenarnos casi de una manera bíblica: ocho horas de trabajo, ocho de descanso y ocho de ocio. En una sociedad que ha recuperado el trabajo, no se puede intentar reproducir el clima que conocimos en la Argentina de la tragedia y la desesperanza.
Otro aspecto que aparece en el horizonte de la conflictividad es la disputa sindical e intrasindical. Existe en la CGT, pero también en la CTA, a partir de las caracterizaciones que se hacen sobre el Gobierno.
Cuando el reclamo es producto de un posicionamiento interno, la sociedad lo advierte. Quien cometa ese error va a tener una condena social muy grande.
Hugo Moyano devino de aliado consecuente durante buena parte de este ciclo político, a uno de los principales críticos del gobierno nacional. ¿Cuáles son las claves para entender este distanciamiento?
La Argentina de 2003 era el país del desastre social, de la desocupación. En ese contexto, los gremios de servicios tenían un rol central. Pero la Argentina de hoy es otra, recuperó la producción. Cuando la Presidenta habla en las barriadas y en los foros internacionales de agregar valor a la producción primaria para seguir sosteniendo el crecimiento de la patria, está certificando el rumbo de una Argentina distinta. En 2003, la UOM tenía 63 afiliados; hoy tiene más de 250 mil. Es ese crecimiento de la matriz productiva el que produce tensiones en el movimiento obrero.
¿En qué quedará, entonces, la disputa con Moyano?
Existe una suerte de posicionamiento personal en defensa de un statu quo que ya es imposible de sostener, porque la matriz productiva de la patria es otra. Ya no es la de la tragedia.
Entre los argumentos de Moyano para sostener su cambio de posición, está el supuesto cambio de rumbo del Gobierno, que ya no beneficiaría de la misma forma al movimiento obrero.
Repito: cuando se pretende hacer un análisis estructural a partir de la coyuntura individual, se cae en la equivocación. Y con todo el respeto que me merece el secretario general de la CGT, creo que se equivoca. Está mirando con mucha desconfianza el crecimiento de los gremios de la producción. Pero si no hay producción, no hay nada que transportar. El egocentrismo, en un proyecto nacional, es lo que más atenta contra la construcción colectiva.
En algún momento, Scioli intentó tender un puente con él. No llegó a concre
tarse.
No me consta que haya querido tender un puente. Hubo una relación institucional entre el presidente y el vicepresidente ante la responsabilidad de conducir el partido.
PARTIDO, LIDERAZGOS Y FUTURO
¿Qué pasará con el PJ de la provincia? En diciembre último, Moyano pegó un portazo y subrayó el supuesto carácter de “caja vacía” del PJ.
Pero al otro día de ese hecho no pasó absolutamente nada. Y no tiene por qué pasar ahora. Aquí, quien conduce es la Presidenta de la Nación y el Partido Justicialista es una herramienta electoral importantísima. El peronismo es un espacio cultural que, a la hora de las elecciones, se organiza alrededor del PJ, así que hay que esperar las instrucciones de quien nos conduce para darle el orden institucional que corresponda.
El gobernador Scioli parece dispuesto a asumir ese lugar.
No tengo idea de lo que pueda pasar.
¿Es una posibilidad?
Es una posibilidad. El peronismo es vertical, no es librepensador. Y la verticalidad se ejerce de arriba para abajo y de abajo hacia arriba en el amor del pueblo hacia la Presidenta y con las medidas que toma ella en beneficio del pueblo. En esto, como en otras cosas, lo que hacemos es esperar instrucciones.
El camino a 2015, se supone, estará marcado, entre otras cosas, por la sucesión y el control del poder por parte de una presidenta que no tiene reelección. Este tipo de situaciones no resultan fáciles en el peronismo. ¿Puede ser un riesgo o una circunstancia crítica en algún momento?
No la evalúo ni la tengo en mi horizonte. No creo, por otra parte, que sea responsable adelantarse a esa cuestión. Es casi un desafío al destino anticipar una coyuntura electoral cuando lo que hay que hacer es gobernar y profundizar la transformación. Sólo eso nos va a poner de cara a 2015. Si no, no hay 2015 para nadie. Son especulaciones caprichosas; ni siquiera son disquisiciones intelectuales que nos permitan un abordaje lúdico. No quiero ni entretenerme en ese tipo de consideraciones.
Scioli prometió que éste será su último mandato como gobernador. Y todo hace suponer que intentará ser uno de los presidenciables. ¿Puede ser un foco de conflicto con el gobierno nacional?
No puede haber foco posible de conflicto. Aquí lo que hay es una gran institucionalidad y dirigentes muy maduros. El conflicto se da cuando los dirigentes quieren forzar situaciones, o encapricharse con objetivos personales, o cuando sólo se piensa en términos de ombliguismo. Pero cuando hay dirigentes avezados, como es el caso de Daniel y de tantos otros gobernadores, dedicados tiempo completo a gestionar, no hay espacio para ese tipo de zonceras.
En la provincia, Sergio Massa, intendente de Tigre, aparece como una figura ascendente y con aspiraciones. ¿Cómo está la relación con él?
Bien. Institucionalmente no hemos tenido mucho vínculo. Y políticamente, tampoco. Gestiona su distrito con un estilo muy propio de la zona norte de la provincia de Buenos Aires. Y la ciudad de Tigre tiene mucha simpatía por él.
TRENES Y SUBTES
Más allá de las actitudes oportunistas o del aprovechamiento político que se intentó, hubo quienes marcaron el carácter insuficiente de la respuesta oficial frente a la tragedia en Once.
La tragedia, en verdad, puso en crisis un sistema. De esa crisis va a salir algo positivo. La Argentina venía de una regresión muy grande. Desde la nefasta Revolución Libertadora o desde los sesenta en adelante, la política de transporte fue en retroceso: desinversión, medidas de devastación del tren, “ramal que para, ramal que cierra”… Luego de todo eso, hay que reconstruir el sistema. Esa reconstrucción representa una deuda.
En cuanto a lo hecho por el kirchnerismo en este rubro, es más fácil advertir líneas de continuidades con ese pasado regresivo que rupturas. ¿Coincide?
La reconstrucción de la matriz productiva de la patria y de los lazos sociales y culturales no se hace de un día para el otro. Pero se está haciendo mucho, y con mucha celeridad. Son pocas las sociedades que han evidenciado este nivel de cambio en menos de diez años. Hay deudas, faltan muchas cosas. La Argentina estaba en el infierno y hoy está en el asfalto. Hay que seguir avanzando. No me cabe duda de que, en el tema transporte, la decisión de la Presidenta es que transitemos por ese camino.
Y, en este contexto, la discusión por el subte y la disputa con Mauricio Macri. ¿Qué reflexión le merece?
Los gobernantes tienen que asumir sus responsabilidades. La sociedad votó al señor Macri para eso. No se puede estar pendiente de lo que le sugiere su asesor de imagen para ver si acepta o no lo que le corresponde y pidió. Es una pantomima que ha sido advertida por toda la sociedad y que muestra a las claras el nivel de Cristina respecto del resto de la dirigencia política. Evidentemente, sería más práctico para la Ciudad que el señor Durán Barba se presentara en las próximas elecciones.
De todas maneras, Macri parece haber quedado como el opositor con más peso. Como si el kirchnerismo lo eligiera, también, como rival.
No creo que sea tiempo para especulaciones electoralistas. Aquí lo que hay que hacer es gestionar. Lo otro es interpretación libre, que hacen algunos analistas que están más apurados de lo que corresponde.
LEY DE MEDIOS
¿Qué evaluación hace de la aplicación de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, a menos de dos años y medio de su sanción?
Es una ley que ha aportado a la sociedad una matriz de pensamiento nueva. El cambio cultural ya se evidencia, producto de la participación y el compromiso de amplios sectores con la democratización comunicacional. El hecho de hablar sobre estos temas, de desempolvarlos, ponerlos en la mesa familiar, fue un aporte cultural invalorable. Y la sanción de la ley es un triunfo político que veníamos esperando desde la recuperación de la democracia. Convivimos veinticinco años con la ley de la dictadura y sobre estos temas no se podía hablar.
Sirvió para discutir sobre los medios y modificar una legislación anacrónica, pero los avances parecen más lentos de lo esperado.
No es así. Se avanzó mucho y se va a avanzar más. Queda pendiente que la Corte resuelva la aplicación del artículo 161, que es el artículo que prohíbe el monopolio, como exigen los organismos internacionales de Derechos Humanos y el Pacto de San José de Costa Rica. Los sectores monopólicos han activado los resortes que tienen en los jueces de primera instancia y han podido parar, con cautelares, la aplicación de ese aspecto. Pero estamos confiados en que la Corte va a fallar rápidamente y que el texto de la ley será refrendado. Mientras tanto, ya está en marcha el procedimiento de concurso de 220 señales de televisión (110 para el sector no comercial y 110 para el privado-comercial), que es una inyección de nuevas ventanas como jamás se había dado antes. Hoy tenemos menos de treinta canales abiertos en todo el país, con una matriz tecnológica de los años cincuenta. La realidad, pronto, será otra. Además, la llegada de Santiago Aragón al AFSCA le dará una impronta muy importante.
No hay comentarios:
Publicar un comentario