Desde la construcción del puerto y los espigones, el fenómeno erosivo natural se ha agravado. Pero además, el paulatino cambio en la dirección de las olas —por el desplazamiento de los anticiclones— y el aumento del nivel del mar viene a empeorar el cuadro. Un paliativo, aunque caro, consistiría en dragar la boca del puerto para reconstituir el flujo natural de arena.
Si bien a Mar del Plata se la disfruta a partir de su condición de gran ciudad balnearia, esta matriz turística está siendo desafiada a partir del fenómeno erosivo que afecta a sus playas. Hoy en día, este problema no sólo inquieta a sus habitantes y a los turistas —que cada año tienen menos superficie de playa—, sino que, como si se tratara de un efecto dominó, las consecuencias se han hecho visibles también en otras localidades balnearias situadas hacia el norte.
Para comprender más sobre la erosión en esta zona, TELAM contactó al doctor en geología Jorge Codignotto, investigador de la Universidad de Buenos Aires y del CONICET. Remontándose a los orígenes del problema, Codignotto explicó que “en Mar del Plata existe una corriente de deriva marina hacia el norte que lleva material arenoso. Cuando en 1914 se hizo la escollera sur del puerto, ese circuito se interrumpió. Y entonces, la costa ubicada al norte del espigón sur quedó desprovista del aporte de arena. Ya era una costa de erosión leve, pero se magnificó”.
“Entre 1918 y 1919 —continuó el investigador— se hizo la escollera norte y, pocos años después, se formó una playa al sur de la primera escollera que acumuló material. Justamente, esa era la arena que no llegaría a las playas ubicadas al norte. Y, así, todas las costas comenzaron a erosionarse”.
En el intento de frenar el proceso erosivo, entre 1922 y la década del ´80, se construyeron diversos espigones. Es decir unas construcciones transversales a la costa, cuyo objetivo era atrapar la arena que migraba desde el sur, pero que no cumplieron su cometido. Según el geólogo, “la arena derivó a lo largo del espigón sur y allí se depositó, justamente donde no debería depositarse material”. Y, además, “toda la arena que se atrapó con los espigones, fue arena que no llegó a las playas del norte, donde se acentuó la erosión”.
Cada una de las obras realizadas en Mar del Plata con el objetivo de atrapar arena, en realidad, lo que consiguió fue demorar el circuito de ese material. Por eso, años más tarde, la erosión comenzó a amenazar otras localidades, como Mar Chiquita y Villa Gesell.
Otro punto importante del mal uso de la costa tiene que ver con la extracción de arena de las playas. “Todas las construcciones —pavimentos, casas, departamentos de altura— que están en el área costera entre Villa Gesell y Punta Rasa fueron hechas con arena que se sacó de la playa. Y eso también fue un factor que incrementó la erosión”, sostuvo el geólogo.
El proceso de calentamiento global no hace más que empeorar las cosas. “Por supuesto que aumenta el nivel del mar —afirmó Codignotto—, pero lo más preocupante es el cambio de la posición de los anticiclones. Estos generan los vientos que producen las olas, las cuales —a su vez— toman diferentes direcciones. Así, comienzan a generarse modificaciones en la dinámica costera. De esta forma, “entre el cambio climático y el mal uso del sistema costero, se incrementaron notablemente los fenómenos erosivos”, concluyó el investigador.
Con respecto a las medidas que se pueden tomar para frenar la erosión, Codignotto comparó al puerto de Mar del Plata con el de Santa Mónica, ubicado en la costa oeste de Estados Unidos. “Ellos tenían el mismo problema y lo han resuelto hace muchos años haciendo un dragado en la boca del puerto y arrojando el material dragado aguas abajo en este fenómeno de deriva. Y esta es una medida que se hace después de cada tormenta, lo que permite nivelar el sistema”. Es como “un sistema de bypass, en el cual se toma la arena de la boca del puerto luego de ciertos fenómenos de tormenta, para luego pasarla al otro lado. Es un trabajo de mantenimiento continuo, pero con el que, quizás, se hubiera evitado la construcción de espigones”, explicó el investigador.
¿Y por qué no se toma este tipo de medidas en Mar del Plata? Básicamente, porque tiene un costo muy alto. Allá por el año 2000, “se hizo un dragado en la boca del puerto y se colocó la arena en una playa muy amplia, pero duro muy poco porque vino una sudestada que la destruyó”, recordó Codignotto.
Otra de las medidas que se utiliza en la costa marplatense, aunque en realidad se trata de un paliativo, es el enrocado. “Se utiliza especialmente en el camino que va desde Mar del Plata a Mar Chiquita que, en algunos sectores, está muy cerca del colapso por la erosión. Como son acantilados de roca muy blanda, lo que se hace es poner rocas al pie del acantilado para protegerlo del golpe directo de las olas. Pero esto sirve solo por un tiempo”, aseguró.
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