Fue organizado por el senador de la provincia de Buenos Aires, Eric Calcagno, y la agencia de noticias Télam. Entre los presentes se encontraban Elsa Sánchez de Oesterheld y las hijas del artista fallecido este mes, Marina y Lorena.
Francisco Solano López fue un artista que, a través de cuadritos de historieta, logró evidenciar esa construcción tan esquiva llamada “identidad nacional”. Cada cual a su modo, así lo expresaron los panelistas que ayer a las seis de la tarde se reunieron en el Senado de la Nación, para rendirle homenaje al dibujante que falleció dos semanas atrás. Por iniciativa del senador Eric Calcagno, el Salón de las Provincias –tan elegante con sus mármoles y su cúpula de vitraux–pareció mancharse por un rato de la tinta viva que sigue corriendo a través de los dibujos de Solano. En el panel estuvieron el director de la agencia Télam, Martín García; el guionista de historietas Jorge Claudio Morhain, el dibujante y guionista Pol Maiztegui y Elsa Sánchez, esposa de Héctor Oesterheld, creador de El Eternauta que Solano dibujó. Por allí cerca, aunque prefirieron no hablar, estuvieron sus hijas, Marina y Lorena Solano López.
“Los momentos políticos son como los idiomas, son como las artes, también evolucionan. En esa construcción del relato, la historieta es algo profundamente anclado en el ser nacional, según la visión de Juan José Hernández Arregui”, dijo Calcagno al comienzo, para explicar por qué homenajeaba a Solano, pero también a su mítico Eternauta y con ellos, a esa suerte de “cabecita negra” que ha sido el cómic en la historia del arte contemporáneo. En ese sentido, Calcagno situó la “edad de oro de la historieta argentina” en los cincuenta, cuando Solano comenzó a publicar en la editorial Columba y luego en Abril. Así llegaron a sus manos los primeros guiones de Héctor Germán Oesterheld, aunque los dos se conocieron personalmente en 1956. Por entonces, Oesterheld había decidido embarcarse en Frontera, su propia editorial.
“El Eternauta, con ese paisaje y esos hombres, es terriblemente argentino. Somos eso, la familia, los amigos, las lealtades, las amenazas, los desafíos. Y está Juan Salvo con un mensaje fuerte que hace al ser nacional: no hay héroe individual, el único héroe es el colectivo”, continuó Calcagno. Luego fue el turno de un video donde apareció el propio Solano durante una celebración que realizó la agrupación Oesterheld en mayo del año pasado. Ese fue uno de los momentos emotivos de la jornada, con la gente aplaudiendo a “un gran profesional pero también a un gran militante”, según definió luego Maiztegui.
A su turno, el guionista recordó que se conocieron con Solano cuando el dibujante debió exiliarse con su hijo Gabriel, en momentos en que la dictadura le pisaba los talones al chico y ya, según se pudo saber luego, se había devorado a Oesterheld y sus cuatro hijas, Diana, Beatriz, Estela y Marina. Luego, en los ’80, ellos vivieron en Brasil y finalmente, a mediados de los ’90, retornaron a Buenos Aires y publicaron, con autoría de ambos, la tercera parte de El Eternauta. “Trabajé más de 20 años con ‘el viejo’, como le decíamos cariñosamente. Y nunca, como en esta realidad actual, lo sentí tan vivo. Estaba muy contento estos últimos años. Él se sentía cerca de esa militancia que vivió dramáticamente a través de sus hijos y de Germán”, afirmó Maiztegui.
Morhain –que, como dramaturgo, presentó en 2007 “El viajero de la eternidad”, una adaptación de la historieta de Oesterheld– resaltó que Solano “fue un autodidacta, con una mirada virgen”. “Esa mirada, entendida por toda la gente, fue la más argentina, la más cotidiana, la más popular y ese es el gran hallazgo de este artista.”
García evocó historietas como Bull Rocket, Ernie Pike o Rolo, el marciano adoptivo. Sin embargo, resaltó las peripecias de Salvo, su esposa Elena, su hija Martita y sus amigos Favalli, Lucas y Polsky, que en El Eternauta enfrentaron la nieve asesina, como “una parábola política del Estado de Bienestar primero, previo al derrocamiento de Perón en el ’55, y el drama posterior, la organización de los sobrevivientes”. “Si tenemos que contar la revolución posbicentenario, sin dudas El Eternauta sería el ícono adecuado, porque pasó de la generación del dibujante a la de los setenta y luego a la nuestra. Así que, Solano y Héctor: tarea cumplida”, dijo, visiblemente emocionado.
Finalmente, Elsa Oesterheld habló del marido, del dibujante, y también se encargó de profundizar el marco político del homenaje: “La vida me puso a prueba pero me permitió creer que podía salir para tratar de seguir. Ahora me explico por qué perdimos a tantos seres queridos, para hacer de nuestro país un heredero de los que procuraron que volvamos a ser seres humanos. Encontramos que Héctor y Solano López tomaron la obligación de hacer esta obra milagrosa que nos condujo a esta situación, donde hemos descubierto a un Néstornauta y a una Cristinauta.” Luego de una gran ovación de aplausos finalizó: “Ahora entiendo mejor a Evita, que me ayudó a ser más valiosa. Me parece que todos los que tenemos canas, todos los que hemos vivido momentos duros, sabemos que la juventud confía en nosotros, porque nos quedó la experiencia, que también compusieron estos dos monstruos que crearon El Eternauta. Ahora lo que nos queda es ayudar a Cristina. Ese es el cambio.”
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