Por Raúl Kollmann / Página 12
En la disputa por la presidencia, Cristina Kirchner le saca 36 puntos de diferencia a Ricardo Alfonsín. Por la gobernación, Daniel Scioli supera por el 28 por ciento a Francisco de Narváez. De confirmarse, resultaría decisivo.
La fórmula Cristina Kirchner-Amado Boudou obtiene el 46,4 por ciento de los votos en la provincia de Buenos Aires, exhibiendo una distancia abismal respecto del segundo binomio, Ricardo Alfonsín-Javier González Fraga, que conseguiría algo más del 10 por ciento. En cuanto a la disputa bonaerense, el gobernador Daniel Scioli también exhibe una enorme diferencia respecto de quien lo sigue, Francisco de Narváez: el mandatario provincial le saca 28 puntos de ventaja. Este cuadro de situación tiene un impacto decisivo en la elección nacional, ya que en territorio bonaerense vota casi el 40 por ciento del padrón del país. Si en la provincia de Buenos Aires se concretaran estos resultados en octubre, será muy difícil que la oposición pueda revertir el cuadro en el resto del país. Cristina Kirchner conseguiría entonces su reelección en primera vuelta, mientras que, obviamente, el gobernador también resultaría electo con holgura para un nuevo período.
Las conclusiones surgen de una amplia encuesta realizada por Opinión Pública, Servicios y Mercados (OPSM), que conduce Enrique Zuleta Puceiro. En total se entrevistaron 1200 bonaerenses de 25 localidades del Gran Buenos Aires con sus tres cordones y el interior provincial. Se respetaron las proporciones por edad, sexo y nivel socioeconómico.
“No sorprende esta diferencia. Es la que registramos hace ya muchos meses –señala Zuleta–. Lo que pasa es que siempre pensamos que en algún momento algún candidato de la oposición iba a despegar un poco más. Y ahora estamos a nueve días de las primarias y no se produjo el movimiento de refuerzo de algún candidato de oposición. Tal vez se produzca, no lo descarto. Es probable que la diferencia se reduzca algo. Pero también hay que decir que Buenos Aires no es la única provincia en la que vemos distancias enormes a favor del oficialismo: se vio en Misiones, en Salta, diría que existen en Santiago del Estero, Corrientes, Tucumán y varias otras.”
Para Zuleta, “la provincia de Buenos Aires creció en muchísimos aspectos y también en el político. Hay ciudades que se convirtieron en verdaderos polos, el campo no está en la situación anti-K que se vio en Santa Fe o Córdoba y a eso se suma que el peronismo, Cristina Kirchner, Scioli, han logrado mantener la unidad y también la diversidad. Se combina un gobernador que no es K en sentido estricto, combinado con lo que aporta Gabriel Mariotto, los intendentes del conurbano, Moyano, la juventud, toda una articulación muy completa. Del otro lado hay una diversificación enorme: el peronismo orgánico de Eduardo Duhalde, lo que Francisco de Narváez considera ‘la nueva política’, el radicalismo profundo con la significación del apellido Alfonsín, Margarita Stolbizer que alguna vez ya hizo una gran elección sacando el 20 por ciento cuando parecía imposible, el propio Alberto Rodríguez Saá que es otra vertiente más del peronismo y tiene su peso. Desde el punto de vista político, esa articulación y unidad completa del peronismo, frente a una fragmentación extrema, es la explicación de la diferencia que hay”.
Más allá de lo político, Zuleta cree que una clave son las expectativas que tienen los ciudadanos. “Cuando se les pregunta a los encuestados cómo ve su situación personal de cara al futuro, nada menos que el 60 por ciento dice que bien o muy bien. O sea, que se perciben mejorando y progresando. En cambio, apenas un 7,8 por ciento ve su futuro mal o muy mal. Este es el trasfondo de todo: hay una mirada positiva hacia el futuro y la gente tiene eso muy en cuenta a la hora de votar.”
“Por supuesto que una gran incógnita para las primarias abiertas es cuántas personas efectivamente concurrirán a las urnas –redondea Zuleta–. En la encuesta, un 86 por ciento dice que es probable o muy probable que vaya a votar. Habrá que ver si eso se concreta, es el gran interrogante. Para nosotros es difícil evaluar con precisión el voto, teniendo en cuenta que no es seguro cuál será el nivel de asistencia y a quién votarían en forma predominante quienes al final opten por ausentarse. No es una elección fácil para los estudios de opinión.”
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